Frecuentemente en nuestras vidas plantamos una semilla sin saber si o cómo va crecer, esperando ver en ella prosperidad y belleza. Hacemos lo que sabemos para nutrirla atentamente y con paciencia, pero también hay cosas que debemos dejar libradas a las circunstancias y esperar a ver el fruto de nuestro esfuerzo. Esta es la historia de una semilla que planté, y cómo creció.

Mi historia comienza en Lima, Perú, en Enero del 2005, donde asistí al XX Festival Internacional Suzuki. Era la única “gringa” en el curso del Libro 10 de Violín además de mi profesora, Doris Preucil. Tanto ella como yo nos impresionamos por la pasión, el calibre y el talento de los profesores participantes. Además de compartir música, ideas y risas con los profesores de violín de países como Colombia, Perú, Bolivia, Uruguay, Argentina y Chile, también conocí profesores de otros instrumentos. Desarrollé una buena amistad con un profesor de flauta llamado Fernando Formigo, quien vive y enseña en una pequeña ciudad de montaña en la Patagonia Argentina, llamada San Martín de los Andes.

Fernando Formigo teaching flute

Palo Alto, California, EE.UU.

Abril—Septiembre, 2005

Luego de mis dos semanas en Lima, Fernando y yo nos comunicamos ocasionalmente por email, y en uno de ellos, en Abril, me mencionó que su intención era recaudar $8000 (aproximadamente US $3000) a fin de participar con sus alumnos en el Festival Suzuki que iba a realizarse en Octubre en Buenos Aires. Mi primer pensamiento fue: “¡Guau! ¡Esto es sorprendente! Tendría que enviarle US $100”.

Más tarde continué pensando cómo, en las condiciones de la economía argentina después de la devaluación del peso ocurrido en Diciembre del 2001, iba él poder cumplir con su objetivo en 6 cortos meses.

Durante una noche de insomnio decidí que en vez de enviarle US $100, usaría este dinero para recaudar una mayor cantidad de fondos acá en Estados Unidos y Canadá. “Desperté” a mi computadora, navegué por la web site de la SAA y recolecté direcciones de email de todos los profesores de flauta que pude encontrar. Les escribí describiéndoles mi propósito y mis ideas. Solicité a cada uno de ellos que, de alguna forma, actuara de “sponsor” de cada uno de los 30 alumnos de Fernando, adjuntándoles una foto que él me había enviado de su clase grupal llamado “Ensamble”.

De las 35 personas que contacté inicialmente, tuve una respuesta positiva del 15%. Esto superó mis propias expectativas. Sintiendo que mi sueño podría hacerse realidad, decidí que sería seguro compartirlo con Fernando. Su efusiva gratitud me motivó más aún. No era experta en este tema de recaudación de fondos, y el temor de no poder cumplir con mi promesa me mantuvo inspirada a continuar con este proyecto. Sentía que no estaría haciendo lo suficiente si no golpeaba en toda puerta posible. Tomé mi copia del directorio de la SAA, subrayé y conté el número exacto de profesores de flauta, y calculé que si respondía un 15% del total de mis 240 contactos, podría lograr lo que Fernando y sus estudiantes necesitaban.

Bromeando llamé a mi proyecto “Proyecto Buenos Aires” y comencé el tedioso proceso de imprimir, preparar los sobres, y colocar estampillas a más de 200 solicitudes. Y entonces, comenzó la espera. De vez en cuando, un email o un llamado telefónico de alguno de mis colegas interesados en el Proyecto Buenos Aires, hacía que mis esperanzas se mantuvieran vivas. De a poco el proyecto comenzó a tomar vida y forma.

Todo dicho, recibí la respuesta de 11 profesores de flauta norteamericanos y canadienses que estaban dispuestos y felices de participar. A cada uno de ellos les envié una foto y una carta de cada alumno argentino de flauta, con la sugerencia de una colaboración de US $100.

A medida que iba enviando esas fotos y traducía las cartas con mi rudimentario español al inglés me fui interesando más y más en estos chicos, y comencé a sentirme más intrigada acerca de sus vidas en San Martín de los Andes. Hasta que por fin, mi compromiso emocional con este proyecto me impulsó a tomar la decisión de viajar hasta allí para así poder entregar personalmente el dinero recaudado, poder compartir con ellos el viaje en bus desde San Martín a Buenos Aires de 1800 kms, y asistir al III Festival Suzuki de Buenos Aires. A medida que iba planeando mi aventura, mi emoción crecía tanto como mi convicción que estaba llevando a cabo un proyecto importante, no obstante los resultados.

Paula Antu Guerrieri

Interview: Paula Antu Guerrieri

How many years have you studied flute?
Estudio hace siete anos, comencé a los 7 años.

How did you decide to play flute?
Fue algo que salió de adentro. Nadie me obligó, simplemente decidí abrirme a la música mediante ese instrumento.

Tell me what you like best about playing and studying flute.
Como me gusta la música, disfruto mucho poder tocar y practicar flauta.

What was the best thing about the trip to Buenos Aires?
La comunicación, el compartir la música y las ganas de tocar con todos. También fue una muy linda experiencia que un profesor como Gerald Carey nos escuchara y corrigiera.

What do you think was the most important thing you learned?
Aprendí a tocar con más expresión y corregir la postura.

How did it feel to play for a new teacher?
Se sienten nervios en un principio, ya que estas a la espectativa de que puede llegar a decir u opinar, inclusive corregir el nuevo profesor.

Would you want to go again to a Suzuki Festival?
Sí.

Have you ever been to a live symphony performance?
Sí, me parecen facinantes.

What did you think about it?
Que me gustaría formar parte de ellas.

Do you have a favorite piece or composer?
Sí, Mozart.

Do many of your friends also take music lessons?
Sí, la mayoría, ya que varios de ellos son compañeros mios de la escuela de música.

What about your parents?
Mi madre toca piano desde chica.

What is your greatest musical aspiration?
Especializarme cada vez más y llegar a hacer cosas grandes.

San Martín de los Andes, Neuquén, Patagonia Argentina

Marzo—Septiembre, 2005

Durante semanas y meses, Fernando también trabajó en función del proyecto Buenos Aires tanto en la recaudación de fondos como en la preparación de sus alumnos para el Festival en Buenos Aires. Más de una vez tocó con su “Ensamble” en una Galería de la ciudad recaudando en cada oportunidad hasta US $40. Un exitoso bingo en el casino lo ayudó a recuadar 6 veces esa cantidad. Un proyecto más grande aún fue un concierto para beneficio del Proyecto Buenos Aires ofrecido por Puente Celeste, un excelente grupo conocido en Buenos Aires. Más impresionante aún fue la organización del 4to Encuentro Internacional de Vientistas, hazaña lograda por Fernando, un grupo de padres, y algunos alumnos adultos, que consistió de un festival de 3 días con talleres y conciertos presentados por músicos de tango hasta músicos de sikus (la flauta andina construida en caña) con representantes de Argentina y Chile. La organización de este Encuentro fue gigante, especialmente la preparación y la distribución de la comida para los 180 participantes.

Por 6 meses 30 estudiantes de todas las edades se reunían cada viernes para preparar sus piezas de Ensamble, mientras Fernando, en ausencia de pianista acompañante, inventaba arreglos más avanzados de segundas y terceras voces para las piezas más simples, tales como Hot Cross Buns, Mary Had a Little Lamb, y Fireflies. También prepararon el concierto en la menor de Boismortier para 5 flautas. Fernando me explicó más tarde, que el primer desafío fue organizar el grupo, establecer una rutina de ensayos, y convencer a todos de lo importante que era la contribución de cada uno a este Proyecto. En esa pequeña aislada ciudad, rodeada de montañas, hay solamente un profesor de flauta Suzuki, y solo dos profesores del Método Suzuki. El Ensamble es la única agrupación existente. No es difícil imaginar el enorme esfuerzo que significa poner en marcha y sostener un proyecto de esta envergadura. Sin dudas, la perseverancia y la dedicación de los familiares y estudiantes hicieron de esto posible!

San Martín de los Andes

Octubre 2005

La ciudad de San Martín de los Andes es bellísima. Situada en un valle a orillas del lago glaciar Lacar y rodeada de la dramática Cordillera de Los Andes, es un lugar de ensueños donde uno podría quedarse para siempre. No hay allí semáforos ni carteles de neón, ni tampoco edificios de más de tres pisos. La arquitectura predominante es del tipo alpina agregando aún mayor encanto al lugar. Yo llegué en primavera, lo cual sumaba atractivo a mi visita.

Mi recepción en San Martín de los Andes fue igualmente bella y especial. Mientras siempre he sabido que el ser profesora tiene un impacto positivo en la vida de los alumnos, fue aquí donde realmente sentí el impacto que podían tener mis acciones en la vida de otros. Aquí me sentí como de la realeza; fui recibida con pizza y empanadas caseras, me acompañaron a realizar excursiones por la zona y el lago, y hasta me ofrecieron un departamento donde permanecer durante mi estadía.

Los estudiantes fueron igualmente cálidos y receptivos, haciéndome preguntas sorprendentes y cariñosas sobre California, sobre mis alumnos y el idioma Inglés, y todos ellos tan ávidos a tocar su flauta para mí, compartiendo y comunicándose a través de la música. Escuchándolos tocar, sentí la alegría de la cual se rodeaban. A medida que observaba clases y lecciones, saboreaba comidas típicas argentinas, y conversaba en mi cómico español, comencé a comprender cuán importante era este viaje al Festival de Buenos Aires para cada uno de los estudiantes y su familia.

Fernando es unos de los varios profesores que enseñan en la Escuela de Música, una casa grande convertida y reacondicionada para las lecciones, clases teóricas y práctica de cada materia. Una tarde fui entrevistada por 3 profesores, muy interesados en el sistema educativo en EEUU. Quedé sorprendida e impresionada al aprender que en Argentina las escuelas públicas de música son sostenidas y avaladas por la provincia y los estudiantes toman sus clases en forma gratuita. ¡Qué perfecto conocimiento y compromiso con los ideales del Método Suzuki—todos niños pueden aprender a tocar un instrumento sin un sacrificio financiero por parte de sus familiares!

Actualmente, no hay un profesor de violín en San Martín de los Andes y sus alrededores (nunca lo ha habido), y fui invitada a tocar en 3 escuelas: un establecimiento de música privada para niños menores de 9 años, una pequeña escuela rural en el pueblo de Meliquina que no cuenta en su programa con la materia de música, y en una escuela orientada al arte donde Camila, la hija de 11 años de Fernando, toma clases. En cada uno de esos sitios mi instrumento y yo fuimos calurosamente recibidos y los niños quedaron fascinados. Un año antes, muchos de ellos habían visto y escuchado a un grupo de violinistas Suzuki de la ciudad de Córdoba, pero para muchos otros, esta era la primera vez que entraban en contacto con este instrumento. Más tarde Fernando me comentó, “…para la gente, aquí yo soy la flauta y vos sos el violín…” La música es una parte integral de su cultura y de la naturaleza humana, sin embargo, instrumentos que en Estados Unidos damos por supuestos como el violín y la flauta traversa, son poco comunes al igual que las oportunidades para aprenderlos.

Además del importante propósito de darle a sus estudiantes la oportunidad de participar de un festival, encontrarse con otros profesores, otros estudiantes, otros instrumentos, una de los principales del viaje a Buenos Aires era permitirle a Fernando exponer sus ideas y experiencias como profesor Suzuki de flauta a otros profesores interesados en el método. Un componente importante de su Taller era permitir al resto, observar a Fernando mientras él daba sus clases a alumnos, ver el método en acción y disfrutar de los resultados de este tipo de enseñanza. Su programa de flautistas no sólo es único en San Martín de los Andes, sino también en Argentina y posiblemente en América Latina. Próximos a nuestra partida, comencé a sentir realmente los esfuerzos que él realiza y lo inmensamente importante que significa este trabajo, como único representante de la comunidad, la filosofía y el método Suzuki.

En el ómnibus

10 y 11 de Octubre, 2005

La mañana de nuestra partida era soleada y fría, con vientos que venían del lago. Mientras esperábamos a subir en el bus, familiares, amigos, padres, iban llegando a despedir a los flautistas. Una sensación de aventura y ansiedad llegó hasta mí viendo a esas familias y la excitación de los chicos. Mientras tanto íbamos ubicando en el bus nuestro equipaje. El ómnibus era diferente hasta lo que había visto hasta ahora, con asientos reclinables, películas y comidas calientes. Había tenido horribles visiones de un tortuoso viaje a bordo de un colectivo escolar y esto era superior en confort que un avión. Incluso también me había preguntado varias veces cómo se entretendría un grupo de estudiantes a lo largo de un viaje de 20 horas a través del desierto argentino. No debería haberme preocupado. Después de tal vez una hora, cuando la novedad de mirar el paisaje a través de las ventanillas se había acabado, los instrumentos comenzaron a salir de sus estuches y la música llenó el ómnibus. Así como me había ocurrido en su escuela, volví a sentirme encantada al ver el placer con el que los flautistas tocaban sus instrumentos, jóvenes y adultos, principiantes y experimentados, todos conectados por medio de la música en su viaje y para pasar el tiempo.

Más tarde, sentada al lado de Iris, una estudiante adulta, le pregunté por sus estudios de flauta. Como artista y jugadora de voley, Iris nació y fue criada en una chacra en San Martín de los Andes. Ella había tomado algunas clases de flauta años atrás pero no había conectado con su profesor. Con Fernando había estado estudiando por un año y claramente se ve que va convirtiéndose en una música amateur. Cuando le pregunté sobre sus pensamientos sobre el viaje a Buenos Aires y el Festival me respondió con una sonrisa, “Me siento como una niña.” No sabía qué esperar, y quería mantenerse con la mente abierta a todas las posibilidades.

Practicing in the pampa when the bus broke down

Horas más tarde, con las flautas de nuevo en sus estuches, y con algunos de los niños ya comenzando a dormirse, nuestro al parecer maravilloso bus se rompió. Un clamor de jóvenes voces se escuchó en la oscuridad. Después de algunos intentos de calmar a los excitados niños, les dije que tocaría mi violín si se tranquilizaban. El silencio fue inmediato y mágico. Comencé con el Waltz de Brahms del Libro 2 de violin, y luego con su famoso Lullaby intentando calmar la energía en el bus. Después de cada pieza, les enseñé a aplaudir silenciosamente. Debí haber estado tocando por sólo 20 minutos, pero me pareció que llevaba horas, tocando en la oscuridad para un grupo de niños, sin luces más que las de la noche, lejos de cualquier ciudad, en medio de la pampa Argentina. Para nuestra sorpresa y consternación, estuvimos detenidos allí hasta la mañana siguiente, después de una noche sin mucho descanso. Mientras aguardábamos en esa fría mañana por el ómnibus de reemplazo, los alumnos tocaron un temprano concierto y participaron de una clase grupal. Si no fuese por las flautas, nunca nos hubiéramos encontrado en ese lugar, pero si no fuera por las flautas, nunca habríamos sobrevivido un retraso de 12 horas en el medio de la pampa.

Adrián

Interview: Adrián

¿Cuántos años tienes?
Tengo 9 años y el 13 de diciembre cumpliré los 10.

¿Cuánto tiempo hace que estás tomando clases de flauta traversa?
Hace 9 meses.

¿Cuál canción aprendes ahora?
Se llama “Estrellita”.

¿Cuál es tu canción favorita?
La de los 3 chiflados.

¿Qué te gusta más de tus lecciones?
Aprender y divertirme tocando y con el professor.

¿Practicas mucho la flauta?
Sí, me gusta tocar todos los días.

¿Te disfrutaste allí, en Buenos Aires?
Sí, me encantó, me divertí y me gustaría volver.

¿Te gusto el Festival Suzuki?
¡¡¡Mucho!!!

¿Quieres regresar otra vez?
Sí, me encantaría.

¿Te gustaría ser professor de flauta? ¿Por qué?
Sí, ser professor o músico, poder enseñar a otros lo que yo aprendo y porque me gustaría tocar todos los días.

Buenos Aires

11-14 Octubre, 2005

Arribamos a nuestro destino 11 horas después de lo previsto, cansados y acalorados, y caímos rendidos a nuestras camas. Desdichadamente, Fernando y sus alumnos perdieron su primer día de los 4 que tenían planeados en su viaje. Sin embargo, el resto del tiempo fue bien aprovechado. El Ensamble presentó un pequeño concierto al día siguiente, y mientras Fernando presentaba su Taller, muchos de sus alumnos tomaban clases con Gerry Carey. Los participantes estaban impresionados e interesados en el Método Suzuki y disfrutaban tanto de las presentaciones como de los conciertos. Los comentarios de Gerry y su trato con los alumnos fueron muy cálidos y positivos, y claramente se vieron beneficiados por las observaciones que recibieron. En un momento particular, uno de los estudiantes más chicos rompió en llanto mientras escuchaba cómo se transformaba su propio sonido durante la clase. Mirando a estos alumnos responder y absorber cada cosa nueva y excitante, yo me sentí como uno de ellos.

Final flute concert at the festival in Argentina

La primera noche tuvimos cena y clase grupal en el patio del hostell donde nos alojábamos. La segunda noche llegó muy pronto y, lamentablemente, era mi última en Argentina. En la terraza de la casa de dos de nuestros anfitriones, dos profesores de cello Suzuki, observé el último ensayo del ensamble, comí mi última empanada, y saboreé mi último vaso de vino Argentino. Durante la velada, un profesor de violín de Córdoba nos deleitó con un bello solo de Bach, y luego, yo ofrecí una imperfecta pero sentida interpretación de Zieguenerweisen.

Al despedirme de cada uno de mis nuevos amigos, me preguntaba cómo era que no estaba derramando lágrimas, con mi corazón tan lleno de amor y admiración. Y me di cuenta que, al contrario de mis intenciones, había cosechado más de lo que había sembrado. Sabía que tal vez nunca volvería a ver de nuevo a esta gente tan maravillosa, y esto en sí era una gran pérdida. Pero había sido ofrecida un mayor regalo, el de ser invitada incondicionalmente en el corazón y la vida de esta gente, y todo por un pequeño momento de inspiración. Mi pequeña semilla ya estaba dando frutos.

¿Dónde seguimos a partir de ahora?

Palo Alto, Noviembre, 2005

Siempre he admirado la elocuencia del Doctor Martin Luther King Jr. Como él, el Dr. Suzuki tenía un sueño, una visión de elevar el espíritu de su gente, de aumentar su calidad de vida, una visión de un mundo mejor por los niños de hoy. En mi pequeño rincón de mi jardín, yo estoy haciendo crecer mi propia visión: que un día, cada estudiante Suzuki en Norteamérica tenga un amigo de otro país y que cada profesor Suzuki tenga una fuerte, amable y recíproca relación con un colega extranjero y que cuando ellos finalmente se encuentren, se conozcan principalmente a través de la música. Es por medio del regalo de la música que nos unimos; es tal vez por medio de ella que nos mantendremos cerca.

¿Dónde vamos a partir de ahora? Espero que hacia muchos lugares, muchas ciudades, viajes en bus, proyectos, muchos festivales. Hay entusiastas y apasionados profesores Suzuki a lo largo de toda América Latina, los he visto con mis propios ojos. Y por ese motivo es que también hay muchos jóvenes músicos creciendo con ellos. Hay mucho trabajo por hacer antes de poder considerar nuestra Asociación Suzuki como de “ las Américas”. Si una pequeña y solitaria semilla puede crecer y dar sus frutos, ¿por qué no cultivar un jardín entero, incluso un huerto de frutales? Las posibilidades que tenemos de adonde ir desde aquí son ilimitadas.

Para concluir, pienso que es importante enfatizar que este proyecto fue totalmente sostenido por una mujer, sin ningún tipo de apoyo o reconocimiento de ninguna organización, y el grado de confianza por parte de los contribuyentes a este Proyecto para enviar dinero a un completo extraño es enorme. Juntos recaudamos US $1000, una tercera parte del total necesario, que afortunadamente hizo de mi historia una historia exitosa. Mi gratitud para las personas que contribuyeron es inconmensurable. Fue un honor y un privilegio representar a cada uno de ellos en San Martín de los Andes y en Buenos Aires. Deseo agradecer formalmente a través de este medio a los profesores y sus alumnos , sin los cuales esta semilla jamás hubiera podido crecer. Kelly Williamson (Ontario), Virginia Thingpen (California), Tricia Snell (Oregon), Karen Perkins (Utah), Junie Turner (Florida), Eleanor Farjeon (Colorado), Joyce Davis y el Suzuki Music School, Inc. (Indiana), Vicki Blechta (Ontario), y Sasha Garver (Colorado). Yo planté una semilla, pero ustedes la alimentaron con amor, la regaron, le dieron luz y le dieron la posibilidad de crecer. Algunas plantas viven solo una temporada, otras se convierten en grandes árboles capaces de sobrevivir y dejar sus frutos por generaciones y generaciones. Mi deseo más profundo es que nuestra siembra sea de las segundas…

Traducido por Silvana (Argentina) y Valene Goldenberg (Chile)